Aumentan las inversiones en compañías satelitales, ¿oportunidad o burbuja?

En los próximos cinco años podría pisar un nuevo ser humano la Luna. Donald Trump puso el objetivo en manos de la Agencia Nacional Espacial (NASA), aquella que llevó alguna vez a Neil Armstrong al satélite terrestre y que en los últimos años tenía en la mira alcanzar un planeta: Marte.

La primera carrera espacial no sólo resultó en un hombre en la Luna sino que trajo innovaciones como las comunicaciones vía satélite, que dio pie a los servicios comerciales. La industria fue avanzando y consolidándose hasta estos años en los que parece estar produciéndose una revolución sin antecedentes en la industria satelital. Y no estamos hablando de conquistar planetas o realizar viajes espaciales turísticos, sino de aprovechar las mejoras tecnológicas para ofrecer servicios avanzados de comunicaciones.

Un reporte reciente de Research and Markets señala que unos 330 satélites de más de 50 kilogramos serán lanzados en promedio cada año hasta 2027, incluyendo aquellos de organizaciones comerciales como los de gobierno. Se trata de tres veces más lo que se ha lanzado en las décadas pasadas. Estos aparatos representarán un mercado de 284.000 millones en términos de construcción y lanzamiento, un 25 por ciento más que en la última década.

Hay quienes titulan que la carrera espacial hoy está en manos de SpaceX y OneWeb, dos compañías que pretenden inundar el espacio de microsatélites para ofrecer servicios de banda ancha a velocidades similares a la fibra. Son probablemente las compañías más grandes, pero no las únicas que están trabajando en este sentido. Research and Markets estima que habrá cerca de 40 constelaciones de varios tamaños y capacidades, que lanzarán cerca de 2.300 satélites en órbitas medias y bajas para comunicación, navegación, observación de la Tierra y diferentes tipos de recolección de datos.

Si sólo contemplamos las perspectivas del área comercial del negocio espacial, unas 50 compañías lanzarán cerca de 2.200 satélites en la próxima década, de los cuales 1.700 serán para 22 constelaciones. Los satélites más tradicionales, es decir, los de órbita geoestacionaria, representarán 50 por ciento de los 70.000 millones de ingresos comerciales esperados en la próxima década. El resto se divide en constelaciones no geoestacionarias para comunicación (25 por ciento) y observación de la tierra (11 por ciento), entre otros.

El segmento de satélites LEO es el que despierta mayor interés de los inversores, que inyectan capital a la espera de un negocio que revolucione las comunicaciones. Sin embargo, con apenas unos pocos satélites lanzados a la órbita terrestre  por parte de estas “start-ups” satelitales, todavía estamos más cerca del hype que de un negocio real.

A pesar de que la industria parece moverse a órbitas más bajas, lo que el reporte de Research and Markets demuestra es que el 50 por ciento de los ingresos todavía dependerá de satélites más tradicionales. Satélites que también están atravesando una revolución propia. Las mejoras en el uso de combustible y los nuevos servicios en banda Ka abren oportunidades de negocio de una industria que quiere tener un papel fundamental con la llegada de la 5G y el Internet de las Cosas (IoT).

Por eso no sorprende que un grupo privado de capitales haya comprado Inmarsat, el mismo que lo había hecho 16 años atrás, para luego salir del mercado. En ese entonces, las compañías satelitales generaban grandes cantidades de ingresos por los contratos de conectividad, que hoy se ven amenazados por el surgimiento de nuevas opciones a partir de los microsatélites.

El fondo comprador, Triton Bidco, justifica su accionar por la oportunidad de negocio en el sector satelital y específicamente para Inmarsat, que tiene la oportunidad de escalar apoyado en su infraestructura global y tenencias de espectro. “Triton Bidco cree que el modelo de negocio está caracterizado por ingresos predecibles por los contratos a largo plazo con gobiernos y clientes pero además hay potencial por el negocio de conectividad en aviones e IoT”, señala el comunicado en el que se anuncia la venta. Sin embargo, reconoce que la empresa se encuentra en un ciclo de inversiones con retornos difíciles de predecir.

Es por eso que en algunas noticias aparece que la idea de que habrá mayor concentración. Y si nos guiamos por los últimos movimientos como la compra de O3B por parte de SES o los intentos fallidos por parte de EchoStar para hacerse de Inmarsat o la operación de Intelsat con OneWeb, podemos aventurar que los operadores satelitales tradicionales están buscando alternativas para fortalecerse en el mercado para los próximos años porque en solitario será más difícil de afrontarlo. Además, si nos guiamos por el valor de las acciones, podemos observar que en los últimos cinco años las compañías satelitales perdieron buena parte de su valor.

El camino no es fácil. Los servicios de banda ancha al hogar son una oportunidad que varios operadores están explorando en zonas remotas porque allí no tienen competencia, pero la realidad es que pasar de un negocio B2B a uno B2C puede ser más complicado de lo que parece. Además, las definiciones sobre el espectro en banda C en los Estados Unidos y las decisiones sobre espectro en países dónde podría competir con 5G podrían poner trabas a un mercado que busca hacerse un lugar en la nueva era de las telecomunicaciones. ¿Serán los satélites una oportunidad de crecimiento en los próximos años o una nueva burbuja?

Leticia Pautasio es periodista y Licenciada en Comunicación Social por la Universidad Nacional de Quilmes (Buenos Aires, Argentina). Durante su carrera profesional se desempeñó en gráfica, radio y medios de comunicación en línea. Desde 2009 se especializa en tecnología, telecomunicaciones y negocios; cubriendo la realidad del sector en América latina. En 2013 obtuvo el diplomado "El Periodista Latinoamericano como agente y líder en el desarrollo social" del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (México). Contacto: [email protected]

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