Las empresas del extranjero que brindan servicios en Costa Rica pagarán impuestos pero no será a partir del primero de julio, como estaba previsto, sino una vez que el país determine cómo se cobrará. El viceministro de Hacienda, Nogui Acosta, confió en que la directriz que determinará la forma de hacerlo debería salir en un mínimo de un mes y un máximo de 45 días pero evitó dar detalles de las alternativas que se manejan.
Los cambios no impactarán en la compra de productos por Internet, por los que ya se pagaba el impuesto al valor agregado (IVA) de 13 por ciento, dijo el funcionario en declaraciones tomadas por el portal local Costa Rica Hoy. Añadió que otro de los motivos de posponer la decisión fue que debe quedar claro cómo se gestionarán los cobros con los bancos que emiten las tarjetas con las que se contratan los servicios.
El cobro de impuestos a OTT rige en la región hace unos años. En Colombia, por ejemplo, entró en vigencia justamente el primero de julio pero de 2017 como parte de una reforma tributaria impulsada por el gobierno local. En ese caso los prestadores quedaron obligados a pagar impuestos como lo hacen las firmas locales aunque hubo algunas modificaciones en los plazos de las primeras retenciones con el fin de adecuar los sistemas.
Argentina, en tanto, decidió que el impuesto se cobre a través de los plásticos con los que se paga el abono, es decir que las tarjetas son los agentes de retención. La opción se aplicarlo se encuentra en discusión en países como Brasil o Chile. Uruguay ya lo reglamentó pero también demora su aplicación en busca de la forma más certera de cobrarlo, una dificultad que no es propia de Costa Rica.
La realidad de los OTT en el mundo de las telecomunicaciones es distinto a la de hace un tiempo. Cuando este tipo de plataformas comenzó a consolidarse los operadores exigían a cada minuto cambios en las normas vigentes para equilibrar la cancha. Estos pedidos no dejaron de existir, pero la relación entre unos y otros cambió por una amistad por conveniencia más impulsada por las firmas tradicionales, ante las dificultades para competir con los otros.