La noticia trascendió en las últimas horas: AT&T pidió a la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC, por sus siglas en inglés) dos licencias experimentales para investigar, a lo largo de dos años, la optimización de las arquitecturas y las tecnologías nativas en la nube de próxima generación, al tiempo que desarrollar nuevos casos de uso. Las licencias experimentales solicitadas para este abordaje miran a la profundización de la apuesta sobre 5G pero también de 6G, y se encuentran en las bandas de 5,9 GHz a 8,4 GHz, 10,7 GHz a 15,35 GHz y de 92 GHz a 100 GHz, para la región de Austin, Texas.
¿Austin, Texas? Sí, y en el mercado se especula que esa elección esté dada porque allí se emplaza el centro de investigación que posee la Universidad de Texas, en la que este operador junto a Samsung y Qualcomm, entre otros actores de la industrian, trabajan en el desarrollo de 6G desde 2018. Este conglomerado de investigación y desarrollo (I+D) enfocado en 6G se llama 6G@UT y durante sus tres primeros años las empresas participantes se comprometieron a financiar al menos dos iniciativas.
En este caso, y según trascendió, AT&T ya adelantó su intención de usar los permisos para probar las “comunicaciones entre unidades móviles y estaciones base fijas (ubicadas en interiores y en exteriores)”, de usuarios que se encuentren en un radio de hasta cinco kilómetros.
Cabe recordar que hace apenas un mes, y en el marco del Mobile World Congress de Barcelona (MWC 2022), fue Jessica Rosenworcel, presidenta del órgano regulador, quien planteó la necesidad de planificar el camino hacia 6G de la mano de la innovación en políticas de gestión de espectro.
Al respecto, el medio Fierce Wireless recordó que los equipos aptos para estas licencias operarán en bandas de mayor espectro, “incluida la banda sub-Terahertz (THz), que se encuentra entre 95 GHz y 3 THz” y que el regulador estadounidense estableció, hace dos años, que las licencias experimentales estarían en ubicadas allí, en las bandas sub-THz.
En ese artículo se destaca, además, que el beneficio de usar esa porción de espectro está dado por la factibilidad para entregar aplicaciones de alto ancho de banda, con gran capacidad de datos a grandes velocidades en distancias cortas (entre 100 y 150 metros) y, en buena medida, uno de los impactos que deben estudiarse allí son las interferencias que puedan ocasionar las condiciones medioambientales.