Derecho a reparar. Es la expresión con la que la Unión Europea (UE) impulsa una iniciativa orientada a reforzar la ley que obliga a las fabricantes de teléfonos móviles, tabletas e, incluso, electrodomésticos, garanticen a sus clientes la posibilidad de arreglar esos dispositivos hasta 10 años después de la compra. Los objetivos que persigue son diversos, pero lo concreto es que, de prosperar esta iniciativa, el mercado de smartphones, que viene registrando caídas en los últimos años, debería entrar en una profunda reconfiguración de su negocio.
El derecho a reparar fue aprobado como ley en 2021, y ordenó a las fabricantes a que los distintos aparatos de electrónica tuvieran piezas de recambio disponibles durante 10 años. Ahora, la Unión Europea quiere que esos mismos fabricantes también tengan la obligación de repararlos.
Si bien este derecho es optativo para cada consumidor, lo que se pretende ahora es que las marcas propongan en su oferta comercial la posibilidad de arreglar los dispositivos cuando se rompan en vez de entrar “en una carrera interminable de comprar nuevos productos que los consumidores no necesitamos. Esto no es sostenible”, tal como lo dijo la vicepresidente de la Comisión Europea, Vera Jourova.
Este derecho a reparar operará tanto dentro como fuera de la garantía, de acuerdo a lo que los medios europeos han anticipado, garantía que en Europa se extiende durante dos años, lapso similar a la frecuencia con que los usuarios de telefonía móvil, por caso, cambian su equipo. Este aval no se modificará pero lo que se añadirá, ahora, es los vendedores estén obligados a brindar la reparación gratuita del producto a menos que su arreglo sea más caro que su sustitución, contempla el proyecto.
La profundización de esta norma está inspirada en una demanda la ciudadanía europea pues un 77 por ciento está dispuesto a que ese aparato que se rompió o sufrió algún desperfecto, pueda seguir funcionando gracias a un buen servicio técnico.
En este escenario se juegan otros conceptos, como el de obsolescencia programada, que en la UE pretende ser considerado como una práctica desleal. El año pasado, el mismo Parlamento Europeo aprobó la presentación orientada a que la Comisión Europea termine de definir la propuesta sobre los nuevos alcances del derecho a reparar. Es lo que, ahora, vuelve a poner en la agenda este organismo y que cuenta con un aval indiscutible pues la iniciativa obtuvo el visto bueno de 509 votos a favor, tres en contra y 13 abstenciones.
Además de la demanda de la ciudadanía, entre los fundamentos de esta iniciativa se encuentra el compromiso de la UE por promover prácticas más sostenibles, en este caso, orientadas a reducir la basura electrónica.
Para la Comisión Europea, este nuevo paso permitirá que se conformen nuevos modelos comerciales, más sostenibles. Si bien en esta primera etapa se incluirán lavarropas, secadoras, lavavajillas, equipos de aire acondicionado y pantallas electrónicas, entre otros aparatos para el hogar, en breve se sumarán los teléfonos móviles y las tabletas.
Para el mercado de smartphones será una nueva reconfiguración. En los últimos dos años, los embarques de teléfonos móviles en el mundo continúan contrayéndose y no hay lanzamiento nuevo que provoque un comportamiento alcista que permita alcanzar los niveles de 2017 y 2018, cuando se registraron las mayores ventas de dispositivos móviles en el mundo, según Counterpoint Research.
El comportamiento del mercado de smartphones fue uno de los que animó el BCN LATAM SUMMIT, y en el que se abordaron las distintas circunstancias por las cuales se registra esta situación, entre ellas, la extensión del tiempo de recambio que el mismo usuario toma a la hora de renovar su teléfono móvil. Comportamiento que es similar en todo el mundo. En América latina, además, se extienden las posibilidades de reacondicionar los teléfonos rotos de la mano de nuevas empresas que ya tienen presencia bien establecida en Brasil y Chile, principalmente.
Ante la nueva decisión que tomará la UE, las marcas estarán obligadas a replantear sus estrategias de fabricación en pleno despliegue de redes 5G y a repensar, una vez más, por dónde pasa su innovación.
