“Latinoamérica está siendo un foco de interconectividad inmenso”

La demanda de banda ancha es incesante y en el marco de la presentación de las nuevas soluciones de redes ópticas avanzadas de Infinera, destinadas a facilitar el escalamiento rentable de la red de los operadores de telecomunicaciones, TeleSemana.com conversó con Andrés Madero, Chief Technology Officer de este proveedor global entre cuyos clientes se destacan Liberty Networks, Telxius, Ufinet, Gtd, Telefónica, Aloo, Globenet, Algar y Angola Cables, y quien repasó la coyuntura regional, las tendencias tecnológicas, el escenario que planteó la escasez de semiconductores, las urgencias de los operadores de telecomunicaciones y hasta el rol que ocupa la región en el mapa de tendidos de cables submarinos.

Están presentando arquitecturas que prometen ser habilitadoras para los desafíos que los despliegues de 5G involucran en la región. ¿Qué significa eso?

Infinera en un proveedor de infraestructura de telecomunicaciones óptica, y cuando tú brincas de una generación móvil hacia la otra, como la de 3G a 4G, vimos que el foco se puso en la capacidad o el ancho de banda que podíamos transmitir. Era el consumo de las personas y fue un gran impacto. Cuando el paso es hacia 5G, las cosas cambian porque además de la expectativa de navegar más rápido, está el tema de la disponibilidad. Y esto es porque muchas de las aplicaciones que vienen junto a 5G son de misión crítica, es decir, que puedes tener un carro con auto-piloto, manejándose solo en las redes 5G; puedes tener telemetría, industrialización, control de infraestructura crítica urbana, como smart city.

Entonces, hay un tema con la disponibilidad y con la cobertura porque no es lo mismo que me quede sin señal cuando hablo por teléfono a que sea un camión con carga que se conduce de forma autómata el que pierda la señal. Y ahí radica la necesidad de la densificación de radiobases de 5G, que son más pequeñas, que son urbanas y que pueden estar en el techo de un edificio y hasta camuflados como si fueran un árbol más de la ciudad. Estas nano BTS son radiobases muy muy pequeñas que tienen sentido, pero quienes hacemos infraestructura sabemos que a cada uno de esos puntos hay que poder llegar con fibra.

La densificación de la fibra se aumentó muchísimo con la llegada de 5G y nosotros tuvimos que hacer nuevas arquitecturas para poder llegar a todos esos puntos porque, ante el aumento de la capilaridad de la red, no puedo seguir teniendo el mismo tipo de equipos, sino que deben ser más punto a multi punto para poder alcanzar muchos más destinos, de una manera más efectiva. Inclusive, gran parte de los cables submarinos de Latinoamérica, y a nivel global, se hacen con Infinera.

¿Cómo observa el desarrollo de 5G en la región y qué demanda reciben por parte de los operadores de la región?

Creo que los latinos tenemos esa especialidad de adoptar las modas muy rápido, y hay lugares en los que todavía no hay 4G pero en los que se está hablando de poner 5G. Eso es muy típico de nuestra región y lo que nos impulsa a ser muy innovadores. En Latinoamérica somos los primeros en adoptar la tecnología, aunque no seamos los más rápidos en llevarlo a todos los lugares. 5G está en proceso de desarrollo y para mí ese empuje involucra una evolución. No es como cuando hicimos el salto de 3G a 4G, que la capacidad de navegar se vio inmediatamente.

Hay usuarios que van a pasar de 4G a 5G y que no van a notar ninguna diferencia porque sus aplicaciones siguen corriendo tal cual como se ven en 4G, o un poco más rápido porque llega un punto en la rapidez o en la transmisión de ancho de banda, donde resulta indiferente para las personas. Por eso, la mayoría de los usuarios no se van a dar cuenta de la diferencia entre 4G y 5G. Quizás sí la juventud que tienen la nevera conectada y el televisor conectado a Internet, u otras cosas de los hogares.

Para mí la adopción de 5G tiene su propio ritmo a medida que vamos poniendo a disposición de los usuarios las diferentes aplicaciones, pero primero viene 5G. Como esa gran pregunta acerca de qué viene primero si la gallina o el huevo, bueno, primero viene 5G pero la infraestructura ya tiene que estar ahí para que las aplicaciones se puedan dar.

Claro, inclusive, los países de la región están en diferentes estadíos respecto a las subastas de espectro para 5G y encendido de sus redes…

Si, es que hay un tema regulatorio también. Cuando yo digo que estamos listos es porque los operadores ya hicieron pruebas y tienen la infraestructura o están en proceso de construcción de esa infraestructura, más allá de que se haya subastado el espectro para poder transmitir o no. Ese es un tema regulatorio y cada país va a su propio ritmo, según sus situaciones socio políticas y económicas. A nivel de tecnología, muchas de estas pruebas ya se hicieron entre el 2021 y el 2022, y mucha de esa infraestructura ya está lista.

Un ejemplo es Chile, que visto geográficamente es un palo de escoba, que es muy largo y eso lo hace difícil de transmitir de punta a punta, porque la transmisión por fibra óptica es muy larga. Es más, tiene mucho avance de desarrollo de ancho de banda en comparación a otros países que son un poco más redondos y hasta un poco más pequeños para transmitir de punta a punta pero, de pronto, no están tan avanzados para poder sostener una red de 5G.

Si separamos ambas cosas, más allá de que si el gobierno haya limitado el espectro licitado, lo importante es que los operadores o los grandes operadores de Latinoamérica ya han hecho pruebas de 5G y han hecho infraestructura.

¿Qué pasa con esta evolución tecnológica y en el vínculo con las generaciones de redes anteriores que ya se consideran obsoletas? En el caso de Chile, por ejemplo, ya están planificando levantar las redes 2G…

Lo comparo con los automóviles que hacen 40 millas por galón y los otros, más nuevos y eficientes, que hacen 15 millas por galón. Eso es lo que nos pasa con las tecnologías viejas en telecomunicaciones. Son muy power hungry, es decir, consumen una cantidad de energía. Para nosotros es más económico mudarlas a una nueva tecnología; no se trata de si queremos o no, nos toca moverlas. Por ejemplo, un nodo de 5G a nivel de telecomunicación, de transmisión óptica, va a consumir mucho menos de lo que necesitaba para prestar servicios 2G, y desde las dos podés llamar.

Es más eficiente porque consume menos y tiene vida más larga, que se termina traduciendo en ahorros para el cliente final. Si a un cliente le dices que tendrá 5G pero tendrá que pagar una factura un 25 por ciento más cara, dirá que no, dirá “déjame donde estoy”. Y eso es porque el usuario quiere más capacidad pagando exactamente lo mismo, es decir, que hay una compresión en el costo por bit y los operadores están luchando todo el tiempo para mantenerlo.

¿Hay operadores que hagan el planteo de migración por achicamiento de consumo energético?

Todos, porque no es una opción. La mayoría del tráfico en Latinoamérica se obtiene de los operadores de contenido, por ejemplo, el contenido de redes sociales es del 70 por ciento del tráfico total. Los operadores no les pueden ofrecer toda su capacidad. Esa misma necesidad de eficiencia ha llevado al operador a decir que necesita equipos más eficientes que le permitan cumplir con ese requerimiento. Eso se traduce en iniciativas de cable submarino, en redes de metro y hasta en la manera en que operamos la red: todo eso está basado en el ahorro de energía.

¿Cómo se traduce ese ahorro energético en los balances económicos de las empresas?

Depende, cada caso es diferente. Hay clientes que necesitan reducir su consumo energético un 15 por ciento pero nosotros somos un eslabón más de la cadena. Nosotros tenemos métricas sobre la generación de nuestros equipos, que brincan de una generación a la otra, donde hay veces que el ahorro es del 30 por ciento al 40 por ciento de energía. Por ejemplo, pasa con los brincos de generaciones de chips fotónicos, donde se agrega rapidez, eficiencia espectral, se mejora el ancho de banda y se consume menos energía. Pero también pasa que a medida que nos acercamos más al límite de Shannon, que es el límite de la física, esos brincos son más pequeños y nos pasa toda la industria.

 ¿Cuál cree que es el desafío más importante que tienen los operadores de la región?

Hay dos cosas que están pasando ahora, súper interesantes La primera es que venimos de un flujo inmenso de la cadena de suministro, con varios efectos. Surge en la pandemia y fue como el efecto que tuvo sobre la demanda y la producción de papel higiénico, que ahora empieza a estabilizarse. Lo mismo sucedió en el mundo de telecomunicaciones porque muchos de los chips con los que creamos equipos, y de los que hubo gran escasez de fabricación, llevó a que muchas de las empresas se sobre aprovisionaran de stock. Ahora, vemos que los inventarios se están agotando y ya entran a un nuevo ciclo nuevo de compra.

En este momento, el desafío de los operadores en Latinoamérica es poder controlar esa cadena de suministro y muchos están amarrados a proveedores que dependen de otras empresas que fabrican sus chips y sufren ese ciclo y esa desestabilización. En nuestro caso, fabricamos los equipos y sus componentes y por eso tenemos más control que otros frabricantes; pero vemos que los operadores latinoamericanos están viendo este efecto y que hay tiempos de entrega de hasta 50 semanas. Nosotros tenemos seis semanas, cinco semanas, cuatro semanas.

¿Y la segunda, cuál es?

Que hay una creciente demanda de ancho de banda todo el tiempo. Por ejemplo, el consumo de Internet hogareña subió un 300 por ciento porque hay mucha gente trabajando desde casa, pero que también va a la oficina; hacen híbridos. Es decir, los usuarios esperan tener el mismo servicio en su casa que en la oficina y el operador latinoamericano está lidiando con que la demanda que antes tenía presupuestada para el servicio residencial versus el empresarial, ahora es un mix. Y lo veo porque esto hace que los operadores piensen en evolucionar hacia arquitecturas más flexibles, más moldeables, con consumos elásticos. Y ese es un reto importante.

Estamos buscando la estandarización de tal manera que podamos tener interoperabilidad y tener, quizá, el puente más grande en Latinoamérica. Suelen preguntarme, ¿cómo es que quieres abrir toda la red, que se te va a meter el competidor? Yo digo que no se trata de eso, se trata de que si estás seguro de que tienes el mejor servicio, tienes que permitirle al cliente una mejor posibilidad de decisión.

Cuando habla de puentes es imposible no pensar en cables submarinos

Es un efecto súper interesante. Si miras Latinoamérica, mucho de su tráfico salía por sus fronteras naturales, pero se empezaron a construir cables que conectan a Latinoamérica directamente con otros continentes. Hay unos que salen de Brasil van hasta Europa, otros que salen de Chile y van hasta Australia. Todo está en construcción en este momento, porque Latinoamérica está siendo un foco de interconectividad inmenso en todos los países. Y ahí es donde nosotros estamos haciendo mucho foco, para traer esa conectividad y esa fuerza de transmisión a Latinoamérica.

Noelia Tellez Tejada se desempeña como Editora Adjunta en TeleSemana.com. Periodista y analista, acredita más de 20 años de labor ininterrumpida en medios gráficos, digitales y radiales. Está especializada en tecnología, negocios y telecomunicaciones. Su correo es [email protected]

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