El gobierno de Evo Morales concretó un acuerdo de cooperación “científico-tecnológico” junto al viceministro de Obras Públicas y Comunicaciones de Portugal, Paulo Campos, para crear una planta ensambladora en El Alto, al oeste de Bolivia. De allí saldrán las netbooks para los estudiantes de las escuelas públicas.
El presidente boliviano destacó la importancia del acuerdo que mejorará las comunicaciones y permitirá a sus estudiantes conectarse con el mundo. Con la asistencia técnica de Portugal, el Estado boliviano pretende entregar 300.000 computadoras al año.
Si bien las intenciones son buenas, el verdadero desafío de Bolivia es otro y mucho mayor. Cuesta creer que la entrega de computadoras mejoren la conexión de los estudiantes con el mundo cuando todo indica que sólo servirán para familiarizarse con algún procesador de texto o el solitario. Quien viene sosteniendo esto es la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Telecomunicaciones y Transporte (ATT), que hace un mes reveló que sólo el ocho por ciento de los ciudadanos cuenta con acceso a internet.
El director de la ATT, Fernando Llanos, había remarcado que las tarifas son muy altas debido a la ausencia de competencia entre proveedores. En su momento, el funcionario había recomendado que el Estado declare a internet como un servicio básico y llamó a reorganizar el Plan Nacional de Frecuencias para mejorar el desarrollo de la banda ancha.
El reciente acuerdo entre las dos naciones se suma a otros que Bolivia ya ha gestionado para avanzar en materia de telecomunicaciones, por ejemplo, el que lanzó con China para construir el primer satélite boliviano que estiman será puesto en órbita dentro de dos años. Hasta el momento, los alumnos bolivianos tendrán computadoras pero con las alas cortadas. Sin dudas, es el primer paso de un largo camino.