Brecha digital de Argentina en pandemia: indicadores para estudiar y trabajar

¿Cuántos hogares urbanos tienen computadoras o acceso a Internet en Argentina, a qué edad comienzan a usarse celulares, qué porcentaje de gente lo usa? ¿Y cómo impactó la pandemia por coronavirus en el consumo de servicios de comunicación y los usos de los dispositivos? Esos, y otros datos, necesarios para establecer políticas públicas e, inclusive, campañas comerciales, fueron relevados por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) y publicados en dos informes.

Por un lado, la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) —descargable aquí— recabó los datos de accesibilidad de hogares distribuidos en 31 centros urbanos de todo el país hasta el cuarto trimestre de 2020, y cuyos datos reunió en el informe “Acceso y uso de tecnologías de la información y la comunicación” y que destaca, por ejemplo, que el 60,9 por ciento de los hogares urbanos posee acceso a una computadora, el 82,9 por ciento a Internet y el 84,3 por ciento al teléfono celular, con igualdad de acceso entre hombres y mujeres, con el 84,4 por ciento y el 84,2 por ciento, respectivamente.

Pero el Instituto divulgó también el “Estudio sobre el impacto de la COVID-19 en los hogares del Gran Buenos Aires (GBA)” —disponible aquí— que, realizado entre agosto y octubre de 2020, cruzó las consultas sobre brecha digital con las asociadas a las condiciones extraordinarias que implicaron la coyuntura pandémica, como la continuidad pedagógica y laboral a distancia, entre otros aspectos que pueden resumirse en un dato: casi el 80 por ciento de los hogares carece de equipamiento tecnológico o tiene dispositivos de baja calidad.

La muestra nacional de la EPH consideró a usuarios a partir de los cuatro años de edad en adelante y señala que el 50,1 por ciento de las personas de entre 4 y 12 años accede a un teléfono celular, que esa capilaridad asciende al 88 por ciento en el rango etario ubicado entre los 13 y los 17 años. Sin embargo, la penetración más alta, del 95,9 por ciento, se encuentra entre los 18 y los 29 años y se mantiene muy cerca del 94,6 por ciento de la población de entre 30 y 64 años; para luego descender al 67,7 por ciento entre quienes tienen o superan los 65 años de edad.

Ese ritmo de capilaridad es similar en lo que respecta al acceso a una computadora porque, aunque la cifra total sea del 60,9 por ciento de los hogares, el desglose etario refleja que el 36,9 por ciento queda en manos de la población de entre 4 y 12 años; el 56,0 por ciento en aquellos de entre 13 y 17 años; el 50,7 por ciento en el segmento de 18 a 29 años; el 43,1 por ciento en la franja que va de los 30 a los 64 años y sólo el 19 por ciento para mayores de 65.

Internet, a su vez, penetra en el 82,9 por ciento de los hogares, cuyo uso compromete al 80,7 por ciento de los varones y al 79,3 por ciento de las mujeres que, a su vez, difiere según la edad analizada: el 72,1 por ciento entre las personas de 4 a 12 años, el 90,7 por ciento entre los consultados de entre 13 y 17 años, el 91,9 por ciento de aquellos que declararon tener entre 18 y 29 años de edad; el 85,3 por ciento de entre 30 y 64 años y el 47,7 por ciento en los habitantes de 65 años y más.

Esas capilaridades y usos pueden enlazarse fácilmente con los requerimientos que el funcionamiento de la vida en pandemia, con aislamiento social y preventivo, implicaron en 2020 y aún lo hacen, por ejemplo en el Gran Buenos Aires: un entramado urbano complejo que engloba al área metropolitana de Buenos Aires y que está compuesta por la Ciudad, capital nacional, y su conurbano y, aunque no es necesariamente representativo del resto del país, concentra la mayor densidad poblacional al agrupar a un tercio de los habitantes.

El relevamiento realizado por el Indec en el GBA en relación al impacto del advenimiento de la emergencia sanitaria por Covid-19 y la brecha digital, mostró, por ejemplo, que casi la totalidad de los hogares de niños y niñas en edad escolar mantuvieron la continuidad pedagógica (97,7 por ciento de nivel primario y 95 por ciento de nivel secundario).

En este recorte geográfico, además, se analiza que la posesión de equipamiento informático sólo alcanza al 46,6 por ciento de los hogares con hijos en escuela pública primaria y al 60,5 por ciento de los hogares con hijos en escuela secundaria pública y que, según la propia mirada del Indec, es un nivel de equipamiento “bajo” en relación al tipo de terminales y de dispositivos con que cuenta la mayoría de los hogares.

Esa diferencia y esa carencia podría estar dada, entre otras razones y en buena medida, por la desactivación del programa Conectar Igualdad durante la gestión de Mauricio Macri y que ahora, rebautizado, busca paliar esa falencia.

Del segmento de alumnos de escuelas primarias, el 76,9 por ciento de los hogares cuenta con una computadora de escritorio, notebook o tablet con la que realizaron clases virtuales, mientras que un 37,1 por ciento de ellos, aún sin equipamiento, participaron de clases virtuales. A su vez, el segmento de alumnos de escuelas secundarias, exhibió que el 75,9 por ciento posee alguno  y solo el 39,8 por ciento, que no posee ninguno, igual participó.

Y si se observa la diferencia entre el alumnado de primaria, del sector público y del privado, la cifra va del 46,6 con al menos un equipamiento y el 74,6 por ciento con conexión a Internet en el primer grupo; y el 85,9 por ciento y 96,9 por ciento, respectivamente, en el segundo grupo.

A su vez, en los hogares con adolescentes que asistían a nivel secundario, las diferencias de equipamiento y conectividad resultaron algo menores: el 60,5 por ciento con al menos un equipo informático y el 81,6 por ciento con conexión a Internet, entre alumnados de la educación pública; mientras que en sus pares arancelados de la formación privada, las cifras ascendían al 90,8 por ciento el equipamiento y al 95,1 por ciento Internet.

¿Mediante qué medios se garantizaron esas continuidades pedagógicas? El 66,6 por ciento del alumnado de la educación primaria recurrió a servicios de mensajería telefónica (como WhatsApp o mensajes de texto) y el 60,5 por ciento de los estudiantes de la educación media. A su vez, el 48,8 por ciento de los estudiantes de primaria y el 54,8 por ciento de secundaria usaron plataformas de videoconferencia, como Zoom, Meet u otros.

Detrás de estas dos opciones, quedaron otras plataformas como el correo electrónico (con el 25 por ciento y el 40 por ciento, respectivamente) y el uso con fines educativos de las redes sociales (con el 3,1 por ciento y el 4,9 por ciento, respectivamente), al tiempo que el resto avanzó con otro tipo de estrategias analógicas como la entrega física de materiales de trabajo y encuentros personales, entre otros.

Cabe señalar, además, que el Indec es el responsable de la estadística general argentina y responsable de comunicar que 2020 había concluido con altos niveles de pobreza en los aglomerados urbanos: el 31,6 por ciento de los hogares y el 42 por ciento de las personas (unos 12 millones de habitantes) están por debajo de la línea de la pobreza y poco más de tres millones de personas están en situación de indigencia (el 7,8 por ciento de los hogares y/o el 10,5 por ciento de las personas). Este escenario impacta de lleno en la brecha digital, sobre todo por la capacidad de inversión que los habitantes tienen para dotarse de equipamiento y sostener el costo de los servicios.

Las prácticas laborales no estuvieron exentas del impacto de la pandemia al generar, como en el caso educativo, la necesidad de reformularlas de cara a la virtualidad, un cambio que alcanzó al 35,7 por ciento de los consultados. A su vez, el estudio exhibió que, por ejemplo, en la Ciudad de Buenos Aires, el 42,6 por ciento de esas experiencias se desarrolló con equipamiento provisto por el empleador; mientras que en los partidos del conurbano bonaerense, ese indicador sólo trepó hasta el 26,9 por ciento.

El informe que hace pie en GBA repasa también condiciones económicas de las poblaciones, como las estrategias familiares adoptadas para enfrentar el impacto económico negativo de los aislamientos y arrojó datos que sirven a la hora de pensar el mapeo: el 68,3 por ciento de los hogares no estuvo alcanzado por alguno de los planes sociales previstos por el Estado, al tiempo que en una porción similar de hogares disminuyó el ingreso familiar (62,4 por ciento).

La foto que estos datos exhiben es compleja porque habla de una necesidad de conectividad grande y de un raleado acceso al equipamiento informático en un momento en el que el Estado analiza el recrudecimiento de las medidas de contención sanitaria.

Es una foto que, además, sirve para reflexionar acerca de la importancia de las políticas públicas en materia de telecomunicaciones en la era de la información, en el valor (o no) de considerar a la conectividad un servicio público e indispensable, en semanas sensibles también, por los dichos y contradichos del Estado y de los operadores privados acerca de la suerte y de la salud del Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) 960, sus posteriores reglamentaciones e, inclusive, su lluvia de cautelares.

Y se inscribe en una semana en la que se celebró el Día Mundial de las Telecomunicaciones y la Sociedad de la Información, cuyo objetivo es fomentar la conciencia acerca de su importancia y de la necesidad de reducir la brecha digital… fomento que recibirá la ovación de la tribuna.

Noelia Tellez Tejada se desempeña como Editora Adjunta en TeleSemana.com. Periodista y analista, acredita más de 20 años de labor ininterrumpida en medios gráficos, digitales y radiales. Está especializada en tecnología, negocios y telecomunicaciones. Su correo es [email protected]

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