El caso Nueva Zelanda que América latina debería mirar: entregará las frecuencias 5G sin subasta y el foco estará puesto en los compromisos de inversión

Gratis. Sin pagar un peso al Estado. Es lo que decidió el gobierno de Nueva Zelanda en relación al espectro de banda media destinado a desplegar redes 5G. Uno de los países más estables del mundo, donde ninguna empresa se negaría a realizar inversiones para hacer negocios, decidió cambiar el abordaje relativo a la construcción de redes de quinta generación. La competencia para quedarse con las porciones más atractivas de espectro pasará por la propuesta de los mejores proyectos de inversión en redes.

La determinación del gobierno neozelandés sucede en un contexto en el cual, para finales de año, se espera que haya al menos 1.000 millones de clientes subidos a las redes de 5G ya desplegadas en el mundo y que, a estas altura, ascienden a algo más de 250, de acuerdo a datos de TeleGeography. Y también se da en un escenario en el que, a nivel latinoamericano, hay países que están avanzando en las futuras licitaciones de espectro y donde las alarmas de la industria suenan cuando se alzan voces que dejan entrever la posibilidad de encarar subastas con fines recaudatorios.

El proceso que, ahora, inicia Nueva Zelanda tiene su antesala en la pandemia. En ese momento, y por la imperiosa necesidad de ampliar conectividad, el gobierno les entregó a los tres operadores que actúan en ese país, Sparkle, 2degress y Vodafone, y un proveedor de red neutral, Dense Air, espectro de manera temporal en la frecuencia de 3.5 GHz. El objetivo fue que implementaran servicios 5G.

Y se tomó esa determinación porque, debido a las restricciones, el proceso de subasta previsto no iba a poder realizarse tal como se lo había planificado. Dos años y medio después de esa situación, el gobierno concluyó que se tomó una decisión correcta y que, ahora, llegó el momento de entregar permisos a más largo plazo en esa misma banda sin aplicar cargos extras, es decir, el pago del espectro con fines de lucro.

Y así lo dejó claro David Clark, ministro de Economía Digital y Comunicaciones del país, quien sostuvo que “como parte del nuevo acuerdo, nuestros tres principales operadores de redes móviles deberán aumentar el ritmo de despliegue de 5G en las pequeñas ciudades de Nueva Zelanda. También se espera que continúen los esfuerzos para mejorar la conectividad rural”.

Es decir, apuntó en dos direcciones: en acelerar despliegues pero también en ir a dotar de conectividad a las zonas remotas que, se sabe, son las que carecen de menor conectividad y calidad de servicio. En otras palabras, les impone la obligación de llegar a esas áreas más allá del negocio que se pueda desarrollar o no. Deja entrever que lo que no se paga por espectro tendrá que invertirse en llegar a zonas que no suelen estar en el mapa de las operadoras de telecomunicaciones. En la región, el caso de Brasil es el más cercano al que, ahora, se observa en Nueva Zelanda si se tiene en cuenta que el gigante sudamericano encaró un proceso que puso el foco en las inversiones más que en la recaudación en sí.

Esta determinación del gobierno está cargada de negociaciones y tensiones, propias de un acuerdo de estas características, donde la premisa es entregar derechos de espectro a cambio de compromisos de inversión y de despliegue, que habrá que cumplir, por supuesto. Hasta ahora, no han trascendido más detalles, según Telecoms.com, aunque todo está sujeto a “negociaciones contractuales”.

Lógicamente, ese acuerdo basado en compromisos de inversión tiene que contemplar el valor de mercado del espectro. En otras palabras, si en una licitación, un gobierno recauda 100 por otorgar frecuencias, y las inversiones serán de 100 para los despliegues, en una negociación como la encarada por Nueva Zelanda, el compromiso de inversión y de cobertura, posiblemente, tenga que ser de 200 o más porque en ese valor está implícito el del espectro. Esa diferencia entre lo que se deja de pagar al Estado en concepto de espectro se traduce en un más amplio y mejor despliegue de red, que redunda en beneficios a la ciudadanía en general, incluida la que habita las zonas rurales. Por eso, el mismo Clark, aseguró que “como resultado de un nuevo acuerdo, muchos más neozelandeses obtendrán acceso a la velocidad, capacidad y confiabilidad de los servicios 5G”.

Y agregó que “el proveedor de infraestructura de red compartida, Dense Air, también tendrá acceso a la banda de espectro de 3,5 GHz como parte de este acuerdo, lo que ayudará a los operadores de red a atender las partes del país de más difícil acceso”, amplio Clark, durante su exposición. Es interesante este aspecto por cuanto se ve con claridad el rol que están adquiriendo los operadores neutrales en la provisión y ampliación servicios de telecomunicaciones que, tal como lo está planteando 5G, requieren altos volúmenes de inversión.

En el mientras tanto, Spark anunció hace unos días que había finalizado el primer trial de 5G Standalone (SA) en el país, a través de acuerdos sellados con Mavenir, Amazon Web Services (AWS), Nokia y Oppo. Una tarea que permitió al operador, al mismo tiempo, robustecer sus redes 4G de la mano de la finlandesa. Previo a ello, y junto con Samsung Electronics, Spark había lanzado en marzo de 2021 los primeros servicios de quinta generación en Christchurch, una ciudad ubicada en la costa oeste de la isla sur de Nueva Zelanda. Una muestra más de lo que provocó ese otorgamiento temporal de espectro para 5G.

Como se dijo, los detalles de la negociación en Nueva Zelanda no se conocen pero sí ha trascendido que los derechos de espectro podrían extenderse por 20 años, lo que garantiza de antemano a las operadoras la posibilidad de planificar y vislumbrar un retorno de inversión (ROI, por su sigla en inglés).

Que esta situación se haya conocido ahora responde a que, a finales de octubre, vencen las licencias temporales otorgadas en pandemia que, en el marco de la negociación, se extenderían sin mucho trámite hasta junio de 2023. Es decir, se vienen meses de álgidas negociaciones entre los cuatro prestadores de servicios de telecomunicaciones y el gobierno de Nueva Zelanda en materia de 5G, espectro e inversiones. Pero la determinación de que el Estado no perciba dinero de manera directa por entregar frecuencias es una decisión tomada. El foco estará puesto en las inversiones y en mejorar los servicios a la ciudadanía, sin importar ahora qué lugar del país habiten. Un caso que los países de América latina que quieren embarcarse en estos procesos deberían seguir con atención, especialmente, cuando la conectividad rural es uno de los grandes pendientes en la región.

Andrea Catalano es la Editora en Jefe de TeleSemana.com. Andrea es periodista y licenciada en Comunicación Social por la Universidad Nacional de Cuyo. Desde hace más de 20 años sigue al sector de las tecnologías de la información y las comunicaciones y su impacto en la economía y la sociedad. A lo largo de su carrera se ha desempeñado en prensa escrita, on line, radio y televisión.

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