Telefónica comienza a armarse de manera diferente en Perú. Por un lado, tomó la decisión de vender parte de su infraestructura en ese país, tal como lo hizo ya en Chile y en Colombia. Por el otro, logró una medida que suspende la posibilidad de compartir la última milla de televisión paga en 10 regiones de ese país. Estas situaciones le permitirán a la operadora a reconfigurarse en un lugar en el que, en los próximos meses, también deberá replantear el futuro de su Red Nacional Dorsal de Fibra Optica (RNDFO). Todo está en movimiento en este país.
Estas dos decisiones, una propia y la otra externa, le permitirán a la integrante peruana de Hispam ganar una agilidad que, a su vez, impactará de manera positiva en la división regional; especialmente, cuando acaba de conocerse que en el segundo trimestre de este año logró dar vuelta una tendencia de 15 trimestres negativos, y pararse mejor de cara al futuro.
Veamos lo sucedido en el último año. En noviembre de 2020, Telefónica Perú creó PangeaCo, la unidad de negocios que le permitiría expandir la fibra óptica en este país. Esta red se complementaría con la de Internet para todos que impulsa en conjunto con la CAF, el BID Invest y Facebook, también orientada a reducir la brecha digital.
La compañía se proponía la necesidad de expandir también esta infraestructura. “La idea de PangeaCo era que fuera un Internet para todos en infraestructura de fibra”, recordó a TeleSemana.com, José Aguilar, especialista en telecomunicaciones y regulaciones. Se venía transitando la primera etapa de la pandemia y las necesidades de infraestructura habían quedado manifestadas más que nunca.
La penetración de la banda ancha en Perú no llega al 40 por ciento de la población. De ahí la necesidad de poner el esfuerzo en esta infraestructura, aún cuando parte de la conectividad necesaria es suplementada por las redes móviles que, por el contrario, tienen un alcance sobre más del 100 por ciento de la población. Telefónica es la dominante en ambos segmentos: en banda ancha posee una participación de casi 70 por ciento, mientras que en móvil ronda el 33 por ciento, aunque seguido de cerca por Claro, con un 30 por ciento.
Luego de haber obtenido, el año pasado, la autorización del Ministerio de Transporte y Comunicaciones para avanzar con este proyecto, que emula a las InfraCo de Chile y Colombia, convocó a contratistas para avanzar con el despliegue de redes FTTH en edificios antiguos y nuevos de Lima.
La red de fibra óptica de Telefónica en Perú ronda en torno a los 13.000 kilómetros. Fue una de las primeras compañías en tender esta infraestructura sobre la costa marítima, lo que la pone en una buena posición. ¿Por qué vender una parte entonces? “Tiene sentido desprenderse de infraestructura porque tiene sentido dar servicios y disminuir en gastos operativos. Me atrevería a decir que puede vender en zonas urbanas”, aventuró Aguilar, quien fuera también director del MTC entre 2019 y 2021.
La compañía viene sosteniendo desde hace años en la necesidad de transformarse y concentrarse en la provisión de servicios. No se quitará de encima toda esa red de fibra, mucho menos cuando en los últimos dos años invirtió unos 180 millones de dólares al cambio actual. Hará valer ese esfuerzo económico. De modo que, ¿quiénes podrían interesarse en esa infraestructura ahora que también anunció que quiere desprenderse de parte de ella?
En el horizonte aparecen dos potenciales candidatos por haber sido los protagonistas de ventas anteriores: uno de ellos es el fondo norteamericano KKR que, además de haber manifestado su intención de ampliar operaciones en la región, ya se quedó con parte de la infraestructura de Telefónica en Chile y en Colombia. El otro es American Tower Corporation (ATC) que, además de haber sido el comprador de la operación de Telxius en la región, tiene intención de avanzar sobre infraestructura de fibra al hogar pero como operador neutral.
Aguilar sostuvo que, una vez que se encuentre al nuevo socio en la red de fibra de Perú, Telefónica posiblemente se concentre en el despliegue de en las áreas rurales y haga converger, de ese modo, el proyecto de PangeaCo con el de Internet para todos. Lo concreto es que hay una intención de Telefónica por ejecutar en Perú los mismos pasos que los dados en Chile y Colombia.
De la infraestructura de fibra pasamos a la televisión paga. Hace un par de meses, el Organismo Supervisor de la Inversión Privada en Telecomunicaciones (OSIPTEL) determinó que Telefónica debía compartir su infraestructura de última milla de TV paga con prestadores que quisieran dar sus servicios de manera individual o empaquetada en 10 regiones del país. Ahora, el regulador suspendió la medida hasta tanto se resuelva la cuestión de fondo.
La determinación se basó en que, con la reventa, se afectan los contratos de exclusividad adquiridos y que forman parte del esquema de negocio mediante el cual la compañía genera sus ingresos, al igual que los productores de contenidos y las señales.
Si bien hay varias zonas del país donde Telefónica es la dominante y, en el interior del país, hay muchas prestadoras de TV paga, lejos de presentarle competencia lo que suele suceder es que se piratea la señal. Las decisiones tomadas a nivel regulatorio motivaron una queja de Telefónica puesto que hay canales de noticias o de deportes que firmaron acuerdos de exclusividad con la empresa por esos contenidos, y que otros quieran ofrecer lo mismo sin pagar por ello, corrompe cualquier declaración de competencia.
El Osiptel dejó en suspenso esta medida hasta tanto se resuelva el fondo. Una buena a favor de Telefónica que deberá seguir defendiendo las razones para mantener su status quo en este segmento. Doblemente buena si se advierte que se trata, justamente, de servicios montados en su propia red. Se trata de ser un proveedor de servicios, sí. Pero contar con infraestructura también tiene sus ventajas.
