El área de las telecomunicaciones y la conectividad parece, finalmente, haber llegado a su organigrama definitivo en la Argentina. La decisión de convertir a la ahora ex Secretaría de Conectividad en subsecretaría, que pasa a depender de la Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología, se completan los cambios que se venían introduciendo en el sector desde la asunción del nuevo gobierno.
Este miércoles, se publicó el decreto 318/2024 en el Boletín Oficial -que puede leerse desde aquí– en el que se informaron cambios en diversas áreas del gobierno. La actual gestión redujo la cantidad de ministerios y parte de los anuncios de esta norma se vinculan con esa decisión. En lo referido a telecomunicaciones, el sector quedó completamente bajo la órbita de la secretaría a cargo de Alejandro Cosentino, tal como se vislumbraba desde el inicio de la nueva administración. Responde de manera directa a la Jefatura de Gabinete de Ministros.
El decreto expresa de manera clara cómo quedan conformadas algunas secretarías y ministerios. La Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología tendrá a su cargo las subsecretarías de Tecnologías de la Información, a cargo de Germán Vigne; de Innovación, bajo la responsabilidad de María José Martelo; de Ciencia y Tecnología, en poder de Paula Ñahirñak; y a partir de ahora, la de Comunicaciones y Conectividad, que estaba al mando de Ignacio Cingolani y sobre la que, por ahora, no hay definiciones acerca de quién la conducirá. Aunque en el sector vuelve a sonar el nombre del ex secretario de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, Héctor Huici.
El artículo 27 del decreto en cuestión explicó que “los compromisos y obligaciones asumidos por la entonces Secretaría de Comunicaciones y Conectividad del ex Ministerio de Infraestructura, estarán a cargo de la Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología de la Jefatura de Gabinete de Ministros, considerándose transferidos los créditos presupuestarios, unidades organizativas, bienes, personal con sus cargos y dotaciones vigentes a la fecha, hasta tanto se aprueben las estructuras correspondientes”.
Toda el área de comunicaciones, incluida la empresa estatal Arsat, queda en definitiva bajo la órbita de Innovación, Ciencia y Tecnología. La Secretaría será la encargada de definir las políticas públicas del área y el Ente Nacional de Comunicaciones (ENACOM), hoy conducido por una intervención a cargo de Juan Martín Ozores, continuará realizando sus tareas en carácter de organismo ejecutor.
En las últimas semanas hubo una seguidilla de decisiones en torno al sector de las telecomunicaciones. Recientemente, se derogó el DNU 690 a través del DNU 302/2024 y se volvió al status que tenía la industria antes del del 21 de agosto de 2020, decisión que fue aplaudida tanto por las principales operadoras de telecomunicaciones como las más pequeñas y las cooperativas.
Previo a ello, se eliminaron las delegaciones provinciales del Enacom y se cerraron decenas de programas de conectividad bajo el argumento de que se pretende diseñar un regulador con perfil técnico, profesional y dinámico.
Aunque al principio de la gestión del actual gobierno el área de comunicaciones había quedado dividida, una parte en el ya desaparecido Ministerio de Infraestructura y, otra, bajo la Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología, con los meses, se fueron aplicando diversos cambios que terminaron dejando bajo esta órbita todos los temas relativos a la conectividad. Cambios que se advierten, inclusive, en la información estadística oficial, que venía retrasada.
El sector de las telecomunicaciones movió 1.787.679.000.000 de pesos (sí, 1.787 billones de pesos) hasta septiembre de 2023 entre telefonía fija, móvil, TV paga y banda ancha, según lo publicado en Enacom que aclaró que no tiene la información completa de parte de las empresas. Traducido al dólar paralelo de aquel entonces, que cotizaba en torno a los 800 pesos argentinos, el valor se equipara al del dólar oficial actual que alcanza los 888 pesos argentinos. En otras palabras, se trata de unos 2.000 millones de dólares. Los cambios promovidos buscan dinamizar a un sector que ya no tiene el mismo músculo de otros tiempos pero que requiere de inversiones para responder a las demandas de los tiempos digitales. Inversiones que, al mismo tiempo, dependerán de cómo evolucione la macro y la economía en general.
