La industria satelital mira con atención la posible venta de Arsat, ¿por deficitaria o por contar con el activo terrestre más codiciado?

En diciembre, el calor del verano suele arreciar en el Cono Sur de América, sobre todo si se toman como referencia los últimos dos años de temperaturas extremas y de sequías históricas. Sin embargo, 2023 finaliza en la Argentina con temperaturas climáticas agradables pero muy acaloradas tensiones políticas y sociales, que también involucran a las telecomunicaciones, al expresarse interrogantes acerca de si es cierto que se privatizará la compañía pública satelital y si es Starlink el principal beneficiado.

¿Qué activo de Arsat podría ser más interesante para el mercado privado: su rol satelital o su fibra desplegada? ¿Qué rol ocupa la fibra óptica terrestre en una iniciativa que, a priori, se propone satelital? ¿Starlink desembarca por este contexto en el país o habría ultimado los detalles con antelación? ¿Qué hay de la razón de ser superavitaria para una empresa que no se rige únicamente por los objetivos de mercado? Las preguntas, sobran.

La llegada de una nueva administración de gobierno a la Argentina impuso un cambio en buena parte del pacto social local y promovió una profunda reforma del Estado. A 17 días de iniciado este proceso, y aún sin haber terminado de definir quiénes integrarán el nuevo organigrama, ya hay conflictividad social en las calles. En ese marco, la presentación de un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU 70/2023) que aspira a desregular la economía y que promueve la privatización de empresas como la estatal de capital mixto Arsat, de la fabricante de equipamiento científico y tecnológico Invap, de YPF y/o de los ferrocarriles, por ejemplo, entraría en vigencia este 29 de diciembre, a excepción de que lo impidiera una acción judicial o la voluntad del Parlamento.

¿Qué tipo de jugador es Arsat en el negocio satelital global?

En una industria satelital que está signada por operadores globales como Intelsat, Ses o Eutelsat, y otros, multi regionales, regionales y locales; Arsat se inscribiría en este último caso porque, aunque haya logrado tener una pisada regional, el grueso de su negocio está en el territorio argentino.

Una estimación de la consultora Euroconsult había arrojado que el mercado de servicios satelitales en América latina generará un volumen de negocios cercano a los 40.000 millones de dólares hacia 2027, algo que significaría un ocho por ciento del mercado mundial y que tanto Argentina como Brasil resultan ser los actores principales de la región.

Al momento de ponerlo en contexto, Carlos Blanco, director de Research para América latina de Dataxis y un analista con más de tres décadas siguiendo la pisada y la suerte de la industria satelital, valoró que, si bien Arsat “no es un gran actor a nivel internacional y ocupa —aproximadamente— el lugar número 30 por volumen de ingresos, sí es relevante en el mercado argentino”.

En ese sentido, el analista repasó que esta empresa argentina “opera en banda Ku y banda Ka, con lo que tiene presencia en el mercado de telecomunicaciones, aunque también de televisión”.

La industria satelital está en pleno proceso de cambio, producto de la evolución de los servicios satelitales y de los avances en materia de desarrollos tecnológicos, pero sobre todo por la mejora en las ecuaciones económicas. Por ejemplo, los satélites GEO ya no se renuevan con la misma velocidad que antes y buena parte de los esfuerzos están abocados a nuevos formatos de baja y mediana altura, como las constelaciones LEO y las flotas MEO, respectivamente. Se trata de tecnologías con otra escala de costos, que habilitan nuevos usos y convergencias, que se están desarrollando en todas las latitudes, y que entre cuyos casos más conocidos se enlistan Starlink, OneWeb, y el Proyecto Kuiper, de Amazon.

Y, en ese camino, el vínculo de los satélites con las redes terrestres, como 5G, ya es una realidad (aunque en modo de prueba): los servicios satelitales directos al dispositivo, conocidos como D2D, por sus siglas en inglés. La estimación de Dataxis involucra, por ejemplo, que los servicios D2D podrían involucrar un negocio de 30.000 millones de dólares.

Experiencias de este tipo ya son tangibles y ameritan todo tipo de debate regulatorio. Por ejemplo, hace una semana la Comisión Federal de Comunicaciones de Estados Unidos (FCC) autorizó a Starlink hacer pruebas D2D y la empresa ya anunció que prevé comenzar a comercializar estos servicios en 2024. Inclusive, en ese país fue AST Space Mobile quien concretó hace tres meses la primera conexión exitosa de banda ancha  celular 5G, desde el espacio y directamente a un teléfono móvil, sobre el espectro de AT&T, con el objetivo de “llenar los vacíos de cobertura móvil”.

En este caso, la mención de Starlink no es ociosa: el propio Javier Milei, actual presidente de Argentina, anunció por cadena nacional que una de las intenciones del DNU que desregula la economía -disponible en video aquí– involucra posibilitar que Starlink opere en el país. Sin embargo, especialistas consultados por esta cronista confirmaron que el desembarco de ese operador satelital ya estaba dado, y que la mora de su inicio de operaciones estaría más vinculada a cuestiones técnico operativas.

En mapa de Starlink, donde se precisan los lugares en los que ya está activo el servicio o en espera -disponible aquí-, se aclara que en Argentina lo estaría a partir del segundo trimestre de 2024; y que en el tercer trimestre haría lo propio en Uruguay.

Sin embargo, la Ley 26.092, que crea a Arsat en 2006 – disponible aquí– y la posterior Ley 27.208 del 2015, que declara de interés nacional al desarrollo de la industria satelital GEO, como política de estado y de prioridad nacional -disponible aquí-, limita la transferencia de las acciones, justamente, para preservar su carácter de sociedad anónima con una mayoritaria participación estatal o, bien, demanda de la sanción de una nueva ley que, sancionada por el Congreso, la modifique. Sin embargo, no habría legislación afín en torno a LEO y MEO.

El rol de la fibra, en todo este escenario, es central.

Sin fibra no hay comunicaciones, y las iniciativas que se están llevando adelante en materia de D2D (aún no comercializadas) sirven como ejemplo de su convergencia y posibilidad. Un reciente relevamiento de Dataxis reveló que en la región hay más fibra que usuarios conectados: la fibra llega a 231 millones de hogares (o una penetración del 139 por ciento) pero en 2023, sólo el 31 por ciento de ese capital había sido ocupado. Buena parte de esa capacidad ociosa indica el potencial de las apuestas que se prevén realizar en torno a 5G.

Siguiendo el caso del operador satelital argentino, entre sus principales activos se destaca su Red Federal de Fibra Óptica (Refefo), que posee 32.804 km iluminados y 1.146 nodos operativos en 1.129 localidades en todo el país. Esta apuesta le permitió, por ejemplo, articular el programa Mi Pueblo Conectado para llegar con conectividad satelital a más de 170 localidades remotas, a las que no suele llegar el mercado, y en los que se instalaron casi 600 antenas para reducir las brechas de acceso y de uso a las TICs.

En ese sentido, Guillermo Schor Landman, abogado especialista en TIC y profesor de la Universidad de Buenos Aires (UBA) valoró, en diálogo con TeleSemana.com, que Arsat es “una gran iniciativa y una gran empresa, sobre todo para llegar a esos lugares que a los privados nunca le interesaron. El rol de mayorista dio resultado para lograr mejores precios para la banda ancha en nuestro país. El personal de Arsat es muy valioso. La estrategia, o la estructura satelital que tiene, es muy valiosa. Más allá de lo que se podría modificar, estoy realmente convencido que Arsat ha dado un impulso (para posibilitar el acceso masivo a un servicio que) de otra manera, el sector privado tenía reservado solamente para la zona de alta rentabilidad”.

“Arsat es relevante para la Argentina, pero no compite con otras flotas. Aunque Arsat sea la continuación de NahuelSat -que tenía cierta exclusividad, ese beneficio hace muchos años que se interrumpió por excepciones que admitieron el ingreso de otras compañías a competir en el territorio local”, asintió Blanco y admitió que “modelos de negocio hay múltiples” y que “lo que siempre es del Estado las posiciones orbitales”.

“Entiendo que el negocio satelital, no es el activo más relevante de esta empresa. Más allá de este simbolismo de la soberanía y demás, sino que probablemente esté en sus redes de fibra y en el espectro este que todavía ni siquiera usó”, agregó Blanco

¿De dónde viene Arsat?

De un breve repaso por la historia de esta empresa, surge que nació como la continuidad de NahuelSat, una iniciativa nacida en la década de 1990 y que antes del cambio de milenio puso órbita al Nahuel1.

“Ante el sufrimiento de una avería en el Nahuel1 y el retiro de sus accionistas, la administración de Eduardo Duhalde (N.de R.: de 2002 a 2003) se intentó venderlo, sin suerte y en la administración posterior, presidida por Néstor Kircher, el secretario de comunicaciones de aquel momento, Guillermo Moreno, tomó la decisión de crear Arsat, con la principal motivación de ocupar la posición orbital 81° oeste, que el país  había conseguido en una negociación con Estados Unidos para permitir el ingreso de PanamSat, que en aquel momento era el proveedor exclusivo de DirecTV, y NahuelSat nunca la había podido usar”, recordó Blanco y precisó que “el objetivo estratégico y político fue ocupar esas posiciones orbitales que habían sido reclamadas por el Reino Unido”.

“Había todo un simbolismo de defensa de la soberanía. Moreno, además, es un tipo muy enfocado en costos, con lo cual entendía que la función de Arsat, al igual que otras empresas que él creó en otros segmentos, tenía el rol de arbitrar costos. Obviamente, después, con otras conducciones políticas, comenzó a sumar otras áreas de negocio, como el desarrollo de fibra, el desarrollo de la TDT y ya en el último tiempo, también, se le asignó una demanda de espectro con potencial para el desarrollo de un negocio mayorista que habrá que ver en qué queda”, agregó Blanco.

En la Argentina se transita un diciembre convulsionado en términos políticos y sociales, con indicadores económicos que ubica a la mitad de la población por debajo de la línea de pobreza. En ese mar de debates y de propuestas reformistas, aparece el argumento de la necesidad de privatizar buena parte de las 33 empresas públicas argentinas, para “achicar el gasto público”, por asumirlas “deficitarias”.

Sin embargo, en un relevamiento del portal Chequeado.com -disponible aquí– Arsat no figura entre las empresas públicas que tuvieron ese desempeño e, inclusive, fueron los propios funcionarios de la anterior administración pública los que la defendieron en el marco del 6° Congreso LatSat (ver video aquí).  Y, según fuentes que prefirieron preservar su anonimato, Arsat vende servicios superavitarios de fibra, al tiempo que los servicios satelitales y de data center están al 100 por ciento de ocupación.

En ese sentido, Schor Landman recordó lo valioso de “saber que (Arsat) cumple una doble función: generar equilibrio en el mercado y llegar a aquellos lugares donde los privados no llegan ni les interesa (para) dar servicios a cuestiones que fueron desatendidas, como escuelas o salud. Entonces, eso sería cuestión de definir una política de Estado, de conocer cuál es el programa con respecto al tema y (en el que) Arsat podría ser un aporte verdaderamente valioso para todo eso. No le imagino a Arsat cumpliendo ese rol como empresa privada y dependiendo solamente del profit de las ganancias”.

Inclusive, fue la UIT quien advirtió que, si se mira el despliegue global de 5G, se observa que su mayor desarrollo se concreta en aquellos territorios con mejores y mayores poderes adquisitivos. A escala, algo similar ocurre en Brasil.

Pero esta crónica sobre Arsat y sobre cómo se moverá el negocio satelital está en proceso de desarrollo, en horas urgentes, y continuará…

Noelia Tellez Tejada se desempeña como Editora Adjunta en TeleSemana.com. Periodista y analista, acredita más de 20 años de labor ininterrumpida en medios gráficos, digitales y radiales. Está especializada en tecnología, negocios y telecomunicaciones. Su correo es [email protected]

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